¿Que son los Síncopes? ¿Debemos temerles?

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El síncope se define como la pérdida de conciencia por disminución del riego sanguíneo cerebral. La disminución del riego en ambos hemisferios cerebrales o en el tronco de encéfalo ocasiona una pérdida de conciencia y del tono postural (el individuo se caerá si nadie lo sujeta).

Se trata de una realidad frecuente en los servicios de urgencias, y el origen que lo provocó es descubierto en la mitad de los casos en la propia urgencia, mientras que el resto se acaba derivando hacia atención primaria, medicina interna o cardiología, y a pesar de los restantes estudios realizados, quedará siempre un 40% de pacientes donde no se conozca la causa.

De cualquier modo, se trata de una situación benigna la mayoria de las veces. El comienzo puede ocurrir de dos formas: Comienzo brusco, sin avisar, con pérdida súbita del conocimiento, y riesgo de sufrir un traumatismo por la caída. En el resto de las ocasiones, se inicia a través de mareos, sudoración, la vista se nubla, y todos esos síntomas ponen sobre aviso al paciente para poder protegerse.

Todos hemos oído hablar o incluso hemos presenciado los típicos desmayos en días de mucho calor o cuando se reúnen grandes grupos de personas para un concierto, una manifestación o algo similar.

Se trataría del tipo más frecuente de síncope, el llamado “Síncope vasovagal o neurocardiogénico”, que afecta al 25-65% de la población. Es más común en gente jóven y tiene un pronóstico excelente. Es recurrente (se repite) y suele aparecer cuando el individuo está en pie. El origen se atribuye al llamado “reflejo de Bezold-Jarisch”, donde una estimulación de mecanorreceptores ventriculares desemboca en una menor frecuencia cardíaca (componente cardioinhibidor, por activación vagal) y en una bajada de tensión arterial (componente vasodepresor, por inhibición simpática).

Las circunstancias desencadenantes son múltiples:

  • Calor
  • Aglomeraciones
  • Permanecer mucho tiempo de pie
  • Miedo
  • Dolor intenso
  • Estrés emocional
  • Cansancio
  • Hambre
  • Alcohol
  • Incluso la donación de sangre

Los síntomas que preceden a este síncope vasovagal son:

  • Debilidad
  • Náuseas
  • Sudoración
  • Mareo
  • Vértigo
  • Visión borrosa
  • Palpitación
  • Palidez
  • Calor

Cuando aparecen, el afectado puede recurrir a las llamadas “maniobras de contrapresión”, para aumentar el retorno venoso: Apretar las manos una contra otra, apretar el vientre, juntar los muslos, apretar nalgas y juntar piernas. Además, la situación mejora tumbando al paciente y levantándole las piernas.

Hay variantes de este síncope, como son los “Síncopes situacionales”, que se desencadenan por toser, orinar, defecar, o incluso por tragar (más raro).

También podemos considerar como una variante a la “Hipersensibilidad del seno carotídeo”, sólo que en este caso acontece en mayores de 50 años. Aquí el comienzo es la estimulación de receptores de la carótida (barorreceptores del seno) que dan lugar las mismas respuestas (cardioinhibidora y vasodilatadora-vasodepresora). Ocurre por presión a nivel del cuello (al afeitarse, al girar la cabeza, o por llevar un collar o prenda de ropa ajustada).

Otro tipo de síncope es el debido a hipotensión ortostática, donde al ponerse en pié el individuo, la presión sanguínea cae, como consecuencia de fármacos, bajo volumen sanguíneo (por deshidratación o hemorragias) trastornos neurológicos, neuropatias periféricas,etc.
Y para terminar, debemos poner una nota de atención sobre los síncopes que se asocian a problemas cardíacos, donde la mortalidad a corto y medio plazo es elevada (llegando al 30-40%), y más aún si se asocia a insuficiencia cardíaca. La arritmia es la causa más frecuente, y puede ser que la persona tenga antecedentes de familiares con arritmias ventriculares o con muerte súbita en sujetos jóvenes. Es un factor importante para valorar el riesgo.