El cigarrillo contiene sustancias radiactivas cancerígenas
Los profesionales de la medicina suelen afirmar hasta el cansancio que el fumar es nocivo para la salud ya que contiene sustancias adictivas y perjudiciales para los consumidores.
Esta advertencia es vista en los propios paquetes de cigarrillos que se compran. Incluso, hay países que por ley han exigido que se coloquen fotografías con leyendas en los paquetes intentando dar un golpe bajo en el consumidor para hacerlo reaccionar sobre el daño que se está haciendo, y en el caso de mujeres embarazadas, a terceros, sus bebés.
El vínculo existente el humo de los cigarrillos y el cáncer es plenamente reconocido científicamente desde hace mucho tiempo.
Empero, hay otro componente altamente cancerígeno en los consumidores y que no se habla mucho de él. Es el contaminante ambiental radiactivo que se encuentra en las hojas de tabaco con las que se fabrican los cigarros.
La tierra en la que se cosecha el tabaco es tratada con fertilizantes fosfatados, que son muy ricos en uranio y sus productos de decaimiento radioactivo.
Esto forma, en términos técnicos, radón-222 (222Rn) que emana del radio-226 (226Ra) y está vigente en altísimas concentraciones en los gases del suelo y en la masa de aire sobre la vegetación en la que se cultiva el tabaco.
En la mencionada capa se unen descendientes del radón, polonio, plomo y se fijan en la superficie y en las hojas de tabaco. La concentración de plomo-210 (210Pb) radiactivo se eleva a niveles muy elevados.
Cuando usted fuma un cigarrillo, las partículas de humo son inhaladas y quedan en la parte respiratoria, luego se trasladan hacia el hígado y médula ósea. El plomo-210 que se encuentra en el tabaco es muy peligroso por ser radioactivo.
La vida media o período de semidesintegración de este isótopo del plomo es prolongada (22,6 años)*, por lo que se siguen formando y desarrollando en el cuerpo al continuar fumando. Estos derivados tóxicos, al exponerse de manera permanente en los órganos y la médula ósea a la radiación, aumenta considerablemente las posibilidades de padecer cáncer.
(*) Cada núcleo de Pb-210 emite 2 partículas beta (negativas) para transformarse en Po-210, también radioactivo y emisor alfa. Finalmente luego de este proceso que tarda más de 20 años de reducir a la mitad la concentración inicial, todo el Polonio se transforma en Plomo-206 estable. Cabe señalar que la combustión no altera en lo más mínimo un proceso radioactivo, o sea que es absurdo creer "que el fuego mata todo" pues la combustión es un fenómeno periférico que, en ningún caso, puede detener un proceso de decaimiento nuclear.