Hikikomori: encerrarse en uno mismo
Hikikomori es un trastorno de aislamiento social originario de Japón pero que comienza a tener presencia también en Europa y América Latina. Se caracteriza por el encierro dentro de la habitación, la incomunicación y pérdida progresiva de las habilidades sociales y que afecta más a los varones jóvenes.
Hikikomori es un trastorno de aislamiento social originario de Japón pero que comienza a tener presencia también en Europa y América Latina. Se caracteriza por el encierro dentro de la habitación, la incomunicación y pérdida progresiva de las habilidades sociales y que afecta más a los varones jóvenes.
Hikikomori, es un término japonés que significa "recluirse uno mismo", se usa para referirse a un trastorno de aislamiento social que se originó en la cultura japonesa y fue acuñado por el psicólogo Tamaki Saito en los años 70 cuando se enfrentó a los primeros casos. También es usado para designar a aquellos que lo padecen, generalmente, adolescentes y jóvenes de entre 18 y 25 años (franja etaria en la que, en general, existe una importante presión social y competencia), en su mayoría varones. Se caracteriza por el comportamiento evitativo, de aislamiento total dentro del hogar y una posterior reclusión en la habitación; evadiendo así todo tipo de actividades sociales. Se comunican sólo con el mundo exterior a través de internet o los videojuegos.
Saito explica que quien padece hikikomori es:
…una persona que, sin presentar ningún tipo de síntoma psicótico, se mantiene en un estado de aislamiento continuado durante más de seis meses, en los que no entabla ningún tipo de relación interpersonal con nadie, aparte de su familia.
Se estima que en Japón el 0,5% de los jóvenes sufre de hikikomori y 1 de cada 100 o más lo ha experimentado por lo menos durante 6 meses.
El psicoanalista, Magíster en Investigación Psicoanalítica de la Universidad de Antioquia, en Colombia, Javier Villa Machado, explica sobre el relacionamiento de los hikikomori con el mundo exterior a través de las redes:
Estas personas quieren salir y socializar, pero no se sienten capaces, por lo que internet y los videojuegos son otras formas de recuperar el goce. Las redes sociales les permiten salir al mundo y generar otras formas de vínculo social, aunque no tan completa como cuando está el cuerpo comprometido.
Por su parte el profesor de Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza en España, Javier García-Campayo, quien fue uno de los primeros en investigar sobre el tema en occidente, dice al respecto:
El día a día de un enfermo se desarrolla en su cuarto.
Sólo salen para ir al baño y en Japón incluso ni siquiera para eso. También empieza a suceder entre algunos pacientes españoles. Están conectados continuamente a internet, jugando a videojuegos o viendo películas. Lógicamente, ni trabajan ni estudian y físicamente no se relacionan con nadie. En internet suelen tener una red de amigos virtuales, más superficial. Con la familia el contacto es instrumental: comida, limpieza y ropa. Manifiestan un escaso intercambio de sentimientos y no hablan sobre su vida interior. Habitualmente tienen síntomas depresivos intensos y crisis de ansiedad y de angustia.
Suele darse en el seno de familias de cierto nivel económico y el desencadenante puede ser una pérdida, el fallecimiento de algún miembro de la familia, por ejemplo, y/o cuadros de bullying en el ámbito escolar o algún problema con profesores y/o compañeros.
Los padres son personas normales que ocasionalmente han podido padecer ansiedad o depresión. Suelen ser trabajadores y los hijos a menudo tienen estudios y son consumidores de nuevas tecnologías. En general, hablamos de familias con una situación desahogada.
El Hikikomori también afecta Europa y América Latina
Según un estudio publicado en 2014 en la revista “International Journal of Social Psychiatry”, el hikikomori no sólo se limita a la cultura japonesa, sino que se han registrado casos en otros países del mundo, entre ellos España. Allí se registraron en ese año 164 solo en Cataluña.
El director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar en Barcelona, España y responsable del estudio, Víctor Pérez-Solà dijo al respecto:
Hasta ahora en España solo se habían reportado casos puntuales de 'hikikomori' y esto parece estar motivado porque son pacientes que están en su domicilio, no piden atención médica ni tienen otros trastornos de conducta que puedan ser detectados por los servicios médicos de emergencia o por equipos ambulatorios.
La creación en Barcelona de un servicio de atención domiciliaria para personas con trastornos mentales graves ha permitido sacar a la luz la verdadera dimensión de este síndrome.
Hemos detectado una alta convivencia del 'hikikomori' con patologías psiquiátricas como trastornos psicóticos (34,7 %), ansiedad (22 %) o trastornos afectivos (74,5 %). Esto nos lleva a la conclusión de que tal vez no es un diagnóstico en sí, sino más bien un síndrome grave asociado con múltiples trastornos psiquiátricos.
…el 'hikikomori' primario, es decir, no asociado a una patología mental, también existe, pero es menos frecuente.
García-Campayo explica sobre la relación entre el hikikomori y su familia:
El hijo no siente que está enfermo. Excepcionalmente, algunos han agredido a sus progenitores cuando han intentado llevarles al médico. Ellos se sienten avergonzados y piensan que han hecho algo mal pero, obviamente, no tienen ninguna responsabilidad. En España no existe un soporte para pacientes y familiares porque la enfermedad todavía es poco frecuente.
Según Sonia Almada, una psicóloga argentina que comenzó a tratar este problema en los adolescentes:
…en América Latina es un fenómeno novedoso que se está instalando rápidamente.
El problema es que aún no hay especialistas capacitados para tratarlos porque todavía no aparece en los manuales psiquiátricos. Como sucedió en la década del '90 con la bulimia y anorexia, que al principio no se lo reconocía porque no aparecía en los libros.
Cuando los adolescentes no logran superar las expectativas que los padres depositan en ellos, se sienten que fracasan, comienzan a ser pesimistas, se sienten horribles y así también miran al mundo, piensan que nada afuera tiene sentido, y entonces se encierran.
Tratamiento
Detectar el hikikomori no es sencillo, dada la poca información al respecto, sobre todo en occidente y además porque el aislamiento en algunos casos es gradual y puede ser considerado pasajero.
Como resultado de la evasión y el aislamiento, los hikikomori pierden todo tipo de habilidad social y sus referentes dejan de ser la familia, maestros y amigos para pasar a ser las redes y pantallas. En casos extremos este encierro prolongado favorece la depresión y pensamientos suicidas.
Hisako Watanabe, psiquiatra infantil en el hospital tokiota de Keio y especialista en el tema, explica que en el tratamiento para las personas con hikikomori, se debe a ofrecer a los pacientes un ambiente exterior de confianza, seguridad y amor.
Al respecto explica:
No solo se trata de que los niños salgan al exterior. Los padres deben sacar también los traumas que llevan dentro.
En Japón existen centros especiales para la atención y tratamiento de estas personas. Pero la tendencia es a esperar pacientemente que el joven, así como decidió encerrarse en su habitación, algún día decida salir.
En este sentido existe controversia entre las técnicas de tratamiento en Japón y en occidente. El jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos, Jesús J. de la Gándara, en un estudio titulado “Hikikomori y tumbados. Un análisis literario y social sobre la conducta patológica de aislamiento social” señala al respecto:
No sólo los padres, sino también los expertos japoneses piensan que se debe esperar hasta que el hikikomori se reincorpore a la sociedad por su propia voluntad.
Mientras los occidentales, siguen la opinión del psicólogo de la Universidad de Maryland Henry Grubb, autor del primer estudio académico sobre los hikikomori escrito fuera de Japón, según la cual:
Si fuera mi niño tiraría la puerta abajo. Simple. Pero en Japón los padres creen en la elasticidad, les dan tiempo y creen que es sólo una fase.
En España, según García-Campay:
El tratamiento farmacológico dura entre tres y seis meses, 12 como máximo. También se aplica psicoterapia de activación conductual, terapia cognitiva, resolución de problemas, aceptación y compromiso. Después de este periodo suelen llevar una vida prácticamente normal, trabajan y salen con amigos pero en general no tienen demasiadas relaciones.