Trastornos fisiológicos asociados al alcoholismo
El alcoholismo se asocia a una serie de consecuencias negativas para el organismo humano. En el caso de una intoxicación aguda, es decir, consumir mucha cantidad de alcohol en un espacio breve de tiempo se produce una inicial desinhibición de la conducta, con excitación, aumento de sociabilidad y euforia, seguidos por una depresión variable del nivel de conciencia (cuando los niveles en sangre oscilan los 0,5-1 g/l). Con cantidades más elevadas, el alcohol deprime el centro respiratorio y vasomotor, produce hipotermia (descenso de temperatura corporal) y conduce al coma (con concentraciones en sangre de 3-5 g/l). Además tiene efecto diurético (aumenta el volumen de la orina) hipoglucemiante (disminuye los niveles de glucosa en sangre) y relajante del músculo uterino.
En el caso de los alcohólicos crónicos, se puede observar un amplio espectro de alteraciones, que con frecuencia coexisten en la misma persona. La lesión más leve es la esteatosis, presente en un 90% de los alcohólicos crónicos, y debida al acúmulo de triglicéridos en el hígado. La imágen que lo caracteriza consiste en un depósito graso en forma de vacuolas en el citoplasma de las células hepáticas (los hepatocitos). Existe una variante dentro de ella, con múltiples vacuolas de pequeño tamaño, que se asocia a una clínica más intensa y un peor pronóstico.
Cuando la esteatosis aparece de forma aislada, suele ser asintomática, y sólo existe un aumento del tamaño del hígado, no alterándose la función hepática.
Otra de las alteraciones en el hígado del alcohólico crónico es la conocida como hepatitis alcohólica, con necrosis celular, infiltrado inflamatorio, degeneración y fibrosis en el tejido afectado.
En este caso es más frecuente que en el anterior la aparición de síntomas y signos como astenia, anorexia, náuseas, vómitos, ictericia o dolor abdominal. Se elevan moderadamente las transaminasas y comienzan a aparecer manifestaciones del deterioro de la función hepática.
Por último, el estadío final de la enfermedad es la cirrosis hepática, con fibrosis y nódulos de regeneración. El tamaño hepático irá disminuyendo por la destrucción celular. Se pueden apreciar signos de desnutrición y carencias vitamínicas, neuropatías, trastornos de conducta o cuadros delirantes.
Cuando la enfermedad progresa, aparecen signos propios de insuficiencia renal e hipertensión portal (aumento de presión sanguínea en la vena porta, al no poder pasar la sangre adecuadamente a través del hígado) como es el caso de la ascitis (acúmulo de líquido en el abdomen) y la circulación colateral o varices esofágicas (la sangre busca nuevos caminos para llegar al corazón), con posibilidad de hemorragias digestivas.
En caso de que haya un deterioro rápido de la persona, puede ser debido al desarrollo de un tumor en el hígado (hepatocarcinoma).
En conclusión, la cirrosis alcoholica es una lesión irreversible que conduce a la muerte en medio o largo plazo.
Para evitar todas las graves consecuencias que se derivan del consumo abundante y habitual de alcohol, no hay mejor remedio que tomar conciencia de que se trata de una enfermedad. Toda esta información es necesario conocerla para evitar el inicio en un mal hábito, y con ello poner en práctica la prevención primaria.
Por otro lado, organizaciones de alcohólicos anónimos ayudan al afectado a sentirse arropado entre iguales, a la vez que orientan y refuerzan ese ejercicio de autoestima necesario para salir de tan nociva dependencia, una vez adquirida, y siempre que la propia voluntad del sujeto inicie el camino.