Diabetes: Panorama actual de la enfermedad

Diabetes
Diabetes

Tiempo atrás, unos enrevesados exámenes médicos ponían al borde de la duda y la desesperación, junto a otros desconocidos que asistían a la misma consulta, en tanto caras asiduas nos decían, al hablar de nuestros síntomas: “así mismo empecé yo y hace no sé cuantos años, vivo con diabetes”. Y de sólo escuchar la palabra palidecía uno pensando en la infinidad de cosas que se oyen sobre los tipos de diabetes, los riesgos, y el estricto régimen de vida que aterroriza por las cosas que hay que dejar de comer.

Sucede como con el SIDA, uno cree que nunca le tocará. Pero, a veces, el riesgo está más cerca de lo pensado. En la actualidad, algunas cifras hablan de unos 250 millones de habitantes viviendo con diabetes, y algunos muriendo de ella por el perenne riesgo de complicarse con otra enfermedad o de no observar los detalles de una vida sana.

Y precisamente para no sumar uno más innecesariamente, y para aprender a vivir con esta dolencia o sin ella, hasta el 2013 perdurará la Campaña Educación y Prevención de la Diabetes. Porque no se trata hoy de saber cifras o ser indiferente pensando que sólo por herencia se trasmite. El panorama actual tiene como eslogan "Entienda la diabetes y tome el control".

En manos de las propias personas está el 95 por ciento del dominio de la enfermedad. Se trata de una insuficiencia de producción de insulina en el cuerpo, muchas veces ocasionada por el sedentarismo, la obesidad, y los malos hábitos de alimentación. ¿Qué hacemos para prevenirla, para vivir una vida satisfactoria con ella? ¿Sabe que se estima que unos 300 millones más de los que en la actualidad la tienen, están en riesgo de contraerla?

Hay a repensar la diabetes desde mucho antes de adquirirla, y si ya se tiene, pues a meditar sobre el bienestar del cuerpo porque el páncreas, el productor de insulina, está cansado y la sangre melosa.

Aún no existe conciencia de que, al llegar a cierta edad, el cuerpo ha trabajado más, y si a ello suma una insana alimentación y hábitos de vida que no potencian la actividad física, la coraza comienza a fallar y aparece en el camino el trastorno. ¿Cuánta azúcar consumimos en nuestros alimentos? ¿O productos que tienen glucosa? ¿Cuánto hacemos trabajar al páncreas con tanto consumo, con tanto engordar, lo cual hace más largo el tránsito de la glucosa a las células y se necesita más combustible llamado insulina?

¿Cuántas veces nuestros niños habitan dentro de una alimentación descuidada, y les exponemos al sedentarismo, y les multiplicamos el riesgo? Se habla, incluso, del estrés emocional como factor desencadenante y se asegura que, a veces, pasa más de un lustro antes de que se detecte el padecimiento en quienes lo tienen.

No hacen caso de la sed excesiva, de lo mucho que se orina y que suele asociar con problemas en los riñones, las fatigas, debilidad, y pérdida de peso, los cambios en la vista, el entumecimiento en manos y pies, las cicatrizaciones lentas, el aumento del apetito que, por lo general, se toma como síntoma de buena salud pero que hace comer más de alimentos que incitan la dolencia como los dulces, la harina, el rico helado, las pizzas, la cerveza, y que, en realidad, solo buscan dar al cuerpo la energía que no tiene porque no llega glucosa a las células.

Y es un mundo de cosas que se desconoce o simplemente no se tienen en cuenta en su verdadera dimensión. Pocos acostumbramos a tratar bien a nuestro cuerpo con la alimentación y ejercicio que le proporcionamos. En ocasiones, simplemente, no tenemos tiempo o es imposible no comer lo que se tiene a mano ante la ausencia de dinero.

Potenciamos gustos asesinos ante aquellos recomendados no tan deliciosos. Preferimos cercenarnos el porvenir para existir un minuto. "No tengo diabetes", y la consulta no me ha visto más, pero me ha quedado una dieta y una vigilancia más estricta con lo que me es beneficioso comer y cuidar. Es lo menos que se puede hacer por aquello que sostiene mi espíritu y mi mente, por ese cuerpo que alberga la vida.